Por Catalina Rojas
Porque las y los trabajadores no tienen nada más que perder, salvo sus cadenas, a luchar y construir poder para la clase trabajadora y el pueblo.
Este 2020, pese a la pandemia, hemos podido ver diferentes momentos de resurgimiento de la protesta. También vamos cerrando el año con el plebiscito por el cambio de la constitución, iniciativa impulsada por un acuerdo “cocinado” por todos los sectores políticos del poder y serviles a éste, en el llamado “pacto por la paz y la nueva constitución”, que también impulsó la legislación de leyes represivas, y a su vez, de leyes antiobreras, como el teletrabajo y la ley de protección al empleo, encaminadas a que los costos de la crisis capitalista lo pague la clase trabajadora con cesantía y precariedad laboral.
En este contexto, la necesidad de reimpulsar la lucha por las demandas de la clase trabajadora es fundamental, ya que son justas y urgentes. Estas fueron parte del pliego del pueblo que se instaló durante la revuelta popular, donde se planteó el aumento del sueldo mínimo a $500.000; disminución de jornada laboral a 40 horas, con derechos garantizados y sin flexibi-lidad; pensión básica igual al sueldo mínimo y fin a las AFP; pago de locomoción y colación en todos los centros laborales; fin al lucro con los derechos sociales garantizando salud, vivienda y educación, así como un medio ambiente libre de contaminación; aborto libre y gratuito, entre otras. Lograr avanzar en todas estas demandas democráticas es una tarea que no puede quedar relegada al proceso constitucional, pues el capital y la clase poseedora de este no darán su brazo a torcer.
Así, es fundamental que la lucha por el pliego se sustente en la articulación y fuerza de la clase trabajadora y el pueblo organizado, en perspectiva de una lucha que tenga como horizonte cercano una Gran Huelga General por las demandas de las/os trabajadoras/es, instrumento de presión y fuerza que permitirá avanzar en la consecución de nuestros derechos de forma concreta, pues sabemos que en los sillones de la institucionalidad burguesa difícilmente se obtendrán.
De la mano de la lucha por las demandas, es fundamental consolidar organización popular en los centros laborales, de estudio y territorios con perspectiva de la construcción de poder popular, entendido como un poder que emerge del seno del pueblo, por fuera y en paralelo al poder de la clase dominante, que permita dar las peleas necesarias ya no sólo por las demandas democráticas, sino también para alcanzar el poder para la clase trabajadora y junto con ello construir una nueva sociedad. En ese sentido, es fundamental comenzar a construir alternativas social y política y hacer del pliego del pueblo un espacio de lucha y organización que permita dar las discusiones, desde las bases, con participación democrática, para levantar un programa para la revolución, un programa para la sociedad que soñamos.
Organización, articulación sindical y popular, lucha por el pliego, huelga general, construcción de poder popular y levanta-miento del programa, son las ta-reas que aparecen como necesarias y urgentes en la situación actual que atraviesa la lucha de clases en Chile.
Con organización, entrega y convicción, el pueblo tiene grandes posibilidades de dar vuelta la torti-lla y de avanzar hacia una nueva sociedad, aquella que sea justa, libre de miseria y hambre, que deje de depredar la naturaleza, que permita igualdad y ponga fin a la dominación de género y a la opresión en todas sus expresiones, y, por sobre todo, acabe con la brutal explotación que una porción (clase) de la humanidad ha impuesto a las grandes mayorías.