Por Kurü Ñayki.
Weichafe mapuche asesinado el 14 de noviembre de 2018 por la represión del Estado chileno contra el pueblo nación mapuche.
Nacido en Victoria el 13 de septiembre de 1994, miembro de la comunidad Temucuicui y nieto del longko Juan Catrillanca. Al morir tenía 24 años, era padre de una niña de 6 años y esperaba el nacimiento de otro hijo junto a su compañera.
A los 17 años siendo estudiante en el liceo Pailahueque se convirtió en un reconocido dirigente secundario de Ercilla, mostrando en medio de las protestas estudiantiles del 2011 el compromiso por la reivindicación de su identidad originaria.
Camilo bailando el Choyque Purun, danza ceremonial ancestral.
Junto a otros liceanos llevaron a cabo la ocupación de la Municipalidad. Recordamos la determinación en sus palabras al exigir el fin de la militarización de Wallmapu “en la comunidad de Temucuicui, a la que pertenezco, estamos teniendo muchos allanamientos, ya no somos libres, ya no podemos caminar en los cerros y cuidar nuestros animales, la represión es demasiado fuerte. El Estado es el principal represor, el que manda a carabineros a asesinar, porque estamos expuestos, nos están tirando balas a quemarropa”.
Tras dos semanas la toma concluyó con el logro de un liceo intercultural y becas para sus compañeros. Este hito determinó que su nombre figurara como blanco de la represión en los informes de inteligencia salidos a la luz años después. Irónicamente también convertirían el liceo Pailahueque en un cuartel de fuerzas especiales.
El compromiso con la lucha y el amor a la tierra lo mantuvo vinculado a los procesos de recuperación territorial, a la siembra y al fortalecimiento de su cultura hasta el momento de su muerte.
La tarde del 14 de noviembre del 2018 en Temucuicui, Camilo manejaba su tractor azul en compañía de otro joven de 15 años, cuando miembros del Comando Jungla le disparó por la espalda. El tiro de Carlos Alarcón, despreciable y cobarde gatillo fácil, entró directo a su cabeza. Mientras agonizaba, su joven amigo fue detenido ilegalmente y torturado.
El ex ministro Andrés Chadwick se refirió a los hechos a través de la prensa burguesa como un enfrentamiento, catalogando a Camilo como ladrón, y atribuyendo su muerte al rebote de una bala. Pero el montaje se hizo insostenible cuando la presión nacional e internacional obligó a Carabineros a mostrar los videos grabados del momento de su asesinato.
Mientras cientos de presos políticos mapuche y no mapuche son aislados en las cárceles durante la pandemia, los siete ex carabineros y el abogado acusados de asesinato y encubrimiento esperaron el juicio en sus hogares, el cual fue reanudado un año después de su postergación, el pasado 27 de octubre. Y por si fuera poco, Alarcón fue indemnizado y recibe una pensión de 900 mil pesos mensuales. Ni hablar de responsabilidades políticas.
Pero nadie pudo prever la cantidad de gente que saldría a las calles a exigir la verdad y denunciar el asesinato de un mapuche. Su nombre fue pronunciado indistintamente, y sin saberlo el pueblo habló una sola lengua, el mapuzugun, Katxü Llangka!. Un año después, su rostro iluminó el horizonte de la revuelta popular.
A dos años de su muerte, en que los asesinatos, represión y encarcelamientos a nuestros hermanos continúan, Camilo es reflejo de la fuerza de un pueblo que se levanta en sus nuevas generaciones y que resiste al genocidio y a la descarnada arremetida capitalista, “por un mapuche muerto diez se levantarán”.
“no se mueren los que han nacido en la resistencia, no mueren los que han abrazado a su tierra madre con su propia vida, (…) no se mata por la espalda a quien le ha puesto el pecho a las balas del capitalismo, se perpetua su nombre weichafe para escribir con la sangre derramada la inevitable historia de un pueblo que se revela y se libera…” (poema de una madre mapuche a Camilo, de Kelv Liwen)
* El sufijo yem en mapuzugun, indica que se trata de alguien difunto.